Ariana Palacios
A sus 17 años, Vanesa soñaba con convertirse en doctora para salvar la vida de muchos niños. Hoy, su sueño se ha cumplido de una forma que conmueve e inspira: aún después de su muerte, Vanesa se convirtió en heroína de pacientes en lista de espera de órganos, gracias a su decisión de donar su hígado y riñones.
La joven, originaria de Puebla, perdió la vida el pasado 19 de abril tras sufrir un trágico accidente vial en San Martín Texmelucan, cerca de la ex hacienda de Chautla. De acuerdo con testigos y familiares, la respuesta tardía de los cuerpos de emergencia agravó su estado de salud. Aunque fue trasladada aún con vida a un hospital, los médicos no dieron muchas esperanzas de recuperación.
Vanesa fue criada por su abuelo, don Serafín, luego de haber quedado huérfana desde pequeña. Él confirmó que su nieta se encontraba en trámites para ingresar a la universidad y que su mayor ilusión era estudiar medicina para poder ayudar a quienes más lo necesitaban.
«Ella siempre quiso ayudar, incluso en la muerte lo hizo», compartió su abuelo conmovido. Antes de fallecer, Vanesa expresó su voluntad de que sus órganos fueran donados. Así, su hígado y riñones fueron extraídos y trasladados vía aérea por personal del Sistema de Urgencias Médicas Avanzadas (SUMA), para ser destinados al Instituto Nacional de Cardiología “Ignacio Chávez” y posteriormente al Instituto Nacional de Pediatría.
El gesto de Vanesa fue despedido con aplausos, globos y porras por parte de médicos, familiares y amigos, quienes rindieron homenaje a su nobleza, valentía y amor por la vida de los demás. A través de redes sociales, amigos y conocidos le dedicaron emotivos mensajes, reconociendo en ella a una joven llena de luz, nobleza y solidaridad.
Hoy, Vanesa no solo es recordada como una futura doctora, sino como una joven que cumplió su vocación de salvar vidas, incluso después de su partida.