Viry Venta
Tras el sismo registrado en Papúa Nueva Guinea durante la tarde de ayer sábado 10 de septiembre con una magnitud de 7.6, cobró la vida de cinco personas, y varios lesionados, además provocó deslizamientos y múltiples daños en edificios.
Ante esto la diputada Kessy Sawang, originaria de la zona, indicó que al menos dos personas murieron en unos pueblos de montaña, y añadió que otras cuatro víctimas fueron llevadas al hospital en estado crítico. «Ha habido daños muy amplios», aseguró la diputada.
Detalló, un deslizamiento de tierra enterró varias viviendas y dejó «partido en dos» otro pueblo, en el que la gente «perdió sus casas».
Además, tres mineros murieron sepultados. Las comunicaciones en la zona son precarias y las carreteras asfaltadas escasas, por lo que de momento resulta difícil establecer un balance de los daños.
El desastre natural tuvo su epicentro a 67 km de la localidad de Kainantu y a una profundidad de 61 km, señaló el Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS).
El movimiento telúrico se sintió en la capital, Puerto Moresby, a 480 km. Pobladores de Lae y Madang, cercanos al epicentro, dijeron a la AFP que lo sintieron con más fuerza que sismos anteriores.
La electricidad, la conexión a internet y la carretera regional resultaron dañados, así como algunos centros de salud y viviendas, pero el aeropuerto sigue operativo. Algunos de los heridos ya fueron evacuados por vía aérea para ser hospitalizados.
El primer ministro, James Marape, señaló que el sismo fue «masivo», y recomendó a la población ser prudente y refugiarse en zonas altas.
Además, dijo esperar que los daños sean menos importantes que los ocurridos en 2018, cuando otro sismo mató al menos a 126 personas. Papúa Nueva Guinea se ubica en el «Anillo de Fuego» del Pacífico, lo que hace que sea proclive a los movimientos sísmicos.